viernes, 29 de mayo de 2009

Sueños (drama en prosa)

Qué le queda a un hombre cuando no puede ya escapar ni siquiera en el mundo de sus sueños? Cuando el refugio deviene en celda, la tregua en guerra, qué descanso puede conocer el hombre? Qué alivio?

Las horas de sol se acumulan, una a una, de dos a tres a diez. Van pesando sobre las espaldas, con su prisa y sobresaltos de un rebaño que camina sin rumbo, sin más guía que la resignación, sin más motivación que la inercia. Vivir por vivir, porque te dieron la vida, y las preguntas de ahí hacia arriba sobran, porque nadie las hace, porque ya nadie lo sabe y a nadie le importa.

Y se duerme por cansancio, ya no por gusto. Se envuelve uno las heridas del diario con velos de noche, el cuerpo exhausto, la mente sobrerevolucionada... y no para. Se invierte el proceso, se pierde la lírica, y hacer de los sueños realidad ya no es tan noble. Las instrucciones confundidas, y lo poco de ficción y fantasía que perdura es el material con que se forjan las verdaderas pesadillas. Y ya nada sirve para mejorar las cosas.

Pero ya ni duele, porque no hay distinción. Simplemente seguir, sin cuestionar, sin respirar. Se disipan las ideas a merced de la rutina, infusión de indiferencia de sabor amargo. A cebarla como mate, hasta que se acabe, hasta que te mate.

La sangre no da miedo, pero corre llena de éste por las venas, marchitando el corazón que no pone la menor resistencia. De amor se habla como de la biblia y los dos resultan igual de ciertos y comprobables. Ambos llevan al mundo a arrodillarse, son pretexto de fanáticos y consuelo de los tontos. Al resto no le queda más que una muerte científica, racionalmente asumida, controlada.
Vivir el negativo, de luz las horas más oscuras, y por la noche nada más se ponen peor las cosas. No hay miedo a la muerte porque ya nadie la entiende y nos absorbe la vida con y por miedo, dejando seco el pozo. El veneno de Morfeo agota las mentes, la esperanza se lleva a rastras como estandarte de huestes perdidas y las almas son divisa devaluada, nada valen, nada pagan, y la muerte nos la rentan en vida, hasta llegarle al precio, hasta alcanzar el mérito del descanso. El mártir vive, sobrepoblamos y una causa no sirve ya ni de pretexto, la existencia no se justifica por ningún medio. Qué caso tiene todo entonces? Flaca usurera, yo ya pagué el pasaje.

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