viernes, 29 de mayo de 2009

Ausencia (ca. 2000)

No puedo estar ahí para decirte que te amo
ni para ofrecerte la caricia de mis manos.
Es difícil respirar si no estoy entre tus brazos
y mi mente te busca locamente en todos lados.
Es inútil despertarme en cada ocaso
escuchando el fuerte eco de tus pasos
y aunque te sigo corriendo no avanzo;
perseguirte así no tiene caso.
Ya hasta para pensarte hoy me tardo,
basándome en un recuerdo vago
que se disipa como las olas en un lago
porque estás en todo lo que hago.
¿A qué se debe este precio que pago?
He de haber cometido un gran pecado
para tener que cubrir un precio tan caro,
para tener que pasar por lo que hoy paso.
Pasan los días sin parar y me canso
pero el camino a ella es muy largo
y ya no camino, me arrastro
para llegar a lo que estoy buscando.
Tal vez no hagamos más que trazos,
bosquejos de lo que pudo ser algo.
Pero esto me lo pregunto mientras caigo
en la fosa oscura que su distancia me trajo
y siento el dolor que provoca el desgarro
de esta unión que sin querer nos ha matado.
Este es un dolor que yo le he dedicado,
un poema para Lorena de Álvaro.

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